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En el corazón de Casa Gama, un espacio dedicado a residencias artísticas de larga duración, los artistas Keiko Kimoto (Japón) y Gabriel Rossell Santillán (México/Alemania) han desarrollado una obra conjunta que se resiste a las narrativas hegemónicas del arte y de la historia. Durante meses de residencia, el dúo ha creado Restallante, una instalación profundamente conectada con los territorios ancestrales y actuales de México y Japón, en la que el océano, los vientos, los animales y las fuerzas naturales actúan como puentes entre dos mundos que han sido separados por el discurso colonial, pero unidos por la memoria profunda.

Casa Gama, ubicada en la Ciudad de México, no solo brinda alojamiento y espacio de trabajo a creadores contemporáneos, sino que también se convierte en el hogar permanente de las obras producidas ahí. En este sentido, la casa no es solo un lugar de paso, sino un territorio simbólico que guarda los ecos del trabajo artístico y sus vínculos con el tiempo y la tierra.

En Restallante, las imágenes surgen de un cruce singular de fuentes: recortes de papel, fotografías digitales, restos de internet, saberes indígenas, y representaciones simbólicas de tradiciones sagradas del Pacífico. Pulpos, aves, peces, felinos y otras figuras imaginarias emergen de una práctica que bebe tanto de lo ancestral como de lo contemporáneo, de la tecnología como del ritual, del archivo como de la intuición. Cada forma aparece como si hubiese despertado del deshielo de los volcanes o brotara desde los abismos marinos.

Esta obra plantea una crítica directa a la forma en que el arte, la historia y la geografía han sido organizadas desde una visión eurocéntrica. Desde una perspectiva decolonial, Restallante propone una geografía afectiva y política en la que el Océano Pacífico no es una barrera que separa, sino un espacio de encuentro, memoria y resistencia. En este mar ancestral, los pueblos indígenas del Pacífico, sus cosmologías y sus gestos simbólicos, se convierten en protagonistas de una narrativa que ha sido silenciada por siglos de colonialismo.

Así, Kimoto y Rossell Santillán no solo hacen arte: crean una contra-cartografía. Una donde las fronteras se desdibujan, donde las fuerzas no humanas —el viento, el sol, los animales— también narran, y donde los territorios se entienden como cuerpos vivos con historia y porvenir. La colaboración entre ambos artistas es, en sí misma, un acto político y poético: una forma de resistir desde la creación, de restaurar vínculos ocultos, y de restallar, como dice el título, contra el olvido impuesto.

Con Restallante, Casa Gama confirma su vocación como un espacio de resonancia artística que no teme mirar hacia lo profundo —ni del océano ni de la historia— para imaginar nuevas formas de habitar y narrar el mundo.