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Una cámara Canon, un rollo de película de 35 mm, una noche de fiesta gay en la Zona Rosa, y una mirada determinada a encuadrar lo que México no estaba preparado para mirar: cuerpos libres, sexualidades disidentes y orgullo que desafiaba la clandestinidad. Así comenzó la historia de Armando Cristeto, fotógrafo nacido en 1957, cuya obra se ha vuelto un archivo sensible de las transformaciones LGBT+ más profundas en el país.
“Nunca he hecho una fotografía inocente”, afirma. Y es cierto: desde su primer registro de la Marcha del Orgullo en 1980 —la segunda en la historia de México— hasta las celebraciones queer de hoy, Cristeto ha documentado, intervenido y confrontado desde el arte.
De la noche al museo
En los años 70, ser homosexual en México era sinónimo de estigma, invisibilidad o persecución. Las redadas en bares gays eran comunes, y las marchas apenas reunían a unos cuantos valientes. Cristeto estuvo ahí, no solo como testigo, sino como cronista visual de esa noche larga.
Con series como “Las Noches del Reventón” y “El Mundo del Músculo”, capturó lo que ocurría en los márgenes: concursos de fisicoculturismo gay, bares como El Nueve y Metal, fiestas clandestinas, drags, cuirpos. No como espectáculo, sino como política encarnada.
“Antes lo íntimo era desplazado; hoy está al centro de la discusión”, dice en entrevista para Milenio. Su lente, entonces, no solo registraba: se volvía una forma de resistencia, un manifiesto visual.
Los cuerpos que importan
A través de los años, la obra de Cristeto ha seguido el pulso de una comunidad que pasó de lo prohibido a lo celebrado, sin dejar de estar en riesgo. La lucha trans, la identidad no binaria, el VIH, el deseo: todo entra en su encuadre. En los 80, promovía con su serie “El Condón” el uso del preservativo, antes incluso de que el VIH fuera parte del discurso público.
“México ha avanzado, pero no sin retrocesos. He sido parte de una generación que no sabía si iba a llegar viva al 2000”, afirma.
Hoy, mientras en 2025 la Marcha LGBT+ en CDMX reúne a más de 800 mil personas, su archivo sirve de memoria y advertencia: las libertades ganadas pueden perderse si no se defienden.
Del archivo al reconocimiento
Tras décadas de ignorar su trabajo en catálogos institucionales, en 2023 el Museo de Arte Moderno dedicó a Cristeto la exposición “Fulgor”, donde convivieron sus icónicas series y su activismo visual. También ha sido curador, docente y parte clave del Consejo Mexicano de Fotografía.
“Documenté para no olvidar. Pero también para provocar: la fotografía abre heridas que debemos mirar de frente”.
Hoy, con su serie más reciente “Vaqueros Gay MX”, Cristeto sigue en activo, retratando las nuevas formas del deseo y la pertenencia en fiestas norteñas, pool parties, y escenas queer en ciudades de provincia. Un país queer más amplio, aunque no menos complejo.

Armando Cristeto no solo ha fotografiado los cambios LGBT+ en México: ha sido parte de ellos. Su obra no embellece lo queer: lo reafirma, lo denuncia, lo celebra. Como un acto de amor y memoria. Como una lente que se niega a olvidar.